Gimnasia y Esgrima

Comodoro Rivadavia (Chubut)

LNB · 23 de Diciembre de 2021

Gimnasia (CR)

Sebastián Orresta, el cerebro de la Liga que llegó a la Selección

Fana de River y asiduo lector, el base es un nombre destacado de la LNB. Con 28 años lidera al competitivo Gimnasia y realizó su presentación con la camiseta nacional. La historia.

Aquella sesión de fotos fue un momento inolvidable, un premio al recorrido que empezó a sus cinco años cuando decidió seguir los pasos de su hermano. “El día anterior al primer partido, sin saber todavía si me tocaría jugar, nos tomaron unas fotos con la camiseta. De sólo calzármela, ya se me puso la piel de gallina”, recuerda ahora, a corazón abierto, Sebastián Orresta.

Para el tucumano, uno de los nombres más destacados de la actual Liga Nacional, el último 26 de noviembre fue uno de los mejores momentos de su trayectoria. En aquella primera jornada de Eliminatorias en la que Argentina derrotó al combinado paraguayo por 93-67 en el Templo del Rock, el armador de 28 años tuvo su debut absoluto con la Selección, demostrando un más que aceptable rendimiento con 7 puntos, 1 rebote, 3 asistencias y 2 recuperos en 19.8 minutos. 

Con un equipo que temporada a temporada ilusiona más, Gimnasia de Comodoro Rivadavia llegó hace muy poco hasta la Final del Súper 20 y, a pesar de un comienzo un tanto irregular, se presentan entre los máximos candidatos en la pelea por el título de esta presente campaña. Con nombres de jerarquía en todas sus posiciones y un ADN bien definido por un entrenador que atraviesa su quinta temporada consecutiva al mando, cuentan con un inteligentísimo base como Orresta, quien llegó al club en 2020 y rápidamente supo convertirse en uno de los principales baluartes de los dirigidos por Martín Villagrán.

En lo que va del torneo, los chubutenses mantienen un récord de 8 victorias y 5 derrotas, mientras que las estadísticas del taficeño reflejan un promedio de 11.6 puntos, 3.6 rebotes y 4 asistencias en 28.9 minutos en cancha. Sebastián es alguien tranquilo, humilde, paciente, de pocas palabras pero conceptos claros y ordenados. Y su personalidad se traslada al parquet: organizador de equipo, juego simple pero efectivo, sin necesidad de estridencias para ser uno de los jugadores de mejor actualidad en el plano nacional.

Desde Prensa AdC, lo contactamos para conocer la intimidad de una noche que quedará por siempre en su memoria, una coronación para cada escalón de su ascendente recorrido. Además, hurgamos en sus orígenes, los recuerdos de una infancia marcada por la naranja, los inicios en el profesionalismo, un fantástico presente y el lado más personal del cerebro de Gimnasia y Esgrima.

-Comencemos por conocer a tu familia. ¿Quiénes la componen y a qué se dedican?

-Somos seis en la familia, que está compuesta por mi papá Raúl, mi mamá Silvia, mi hermano mayor Daniel, y los dos menores: Antonella y Facundo. Todos jugamos al básquet, de hecho Dani juega Liga Argentina en Estudiantes de Tucumán, y también entrena las formativas del club Juventud Unida de nuestra ciudad. Mi hermana está en la universidad y el más chico acaba de terminar el secundario. Mi vieja es docente, mientras que papá trabaja en una fábrica citrícola y tiene hace muchísimo tiempo su peluquería, que es bien de la vieja escuela… (Se ríe). 

-¿A qué edad empezaste con el básquet? Imagino que, como solía suceder años atrás, pasabas muchísimo tiempo en el club.

-Empecé a los 5 años, siguiendo a mi hermano. Vivíamos a no más de 200m de Talleres, y como en ese momento era la atracción más cercana que teníamos de casa, nos pasábamos los días enteros jugando ahí con mis amigos. Te juro que nos tenían que correr del club, y no te estoy exagerando… Llegábamos temprano a la siesta y nos quedábamos hasta que apagaban las luces. Ya habían entrenado todas las categorías, inclusive la Primera, pero seguíamos ahí. En aquella época, todavía el piso era de baldosas, no existían tribunas y ni siquiera recuerdo que hayamos tenido techo. Pero, más allá de la cancha principal, había aros en las columnas del galpón, y eso ayudaba a que vivamos ahí dentro.

-¿Recordás alguna anécdota con tus amigos en el club?

-Me acuerdo que teníamos un amigo que se encargaba de la pileta, nos hacía duchar mil veces y no nos daba la orden para poder meternos, lo queríamos matar. Pero, sobre todo, recuerdo el día que por una ‘huevada’ que hacíamos me terminé quebrando. Dejábamos los aros bajos, poníamos tachos, corríamos, pisábamos en ellos y saltábamos a volcar la pelota. Un día la volqué, pero me agarré mal del aro y caí hacia atrás. Cuando me levanté ni me había enterado, pero al mirarme el brazo me di cuenta: fractura de cúbito y radio…

-Leandro Vildoza, compañero desde chicos en Talleres y hoy también en la Selección, contó hace poco que eras el mejor del equipo y que no la largabas mucho. ¿Puede ser?

-Ja, es verdad que tenía bastante la pelota en mis manos. Aunque recuerdo una final de pre-infantiles en la que salimos campeones y clavamos 21 puntos cada uno. Tirábamos triples nada más, no penetrábamos ni de casualidad… (Se ríe). También jugaba con nosotros Iván Gramajo (NdeR: actual jugador de Quimsa), que es primo hermano mío y, a pesar de ser algo más chico, aportaba mucho. Siempre teníamos lindos equipos.

-¿Y cómo se dio tu llegada a Lanús? ¿Cómo manejaste el desarraigo de Tafí?

-Jugué en Talleres hasta la edad de cadetes, aunque también tenía participación con los juveniles y la Primera del club. Y en Lanús, me sumé siendo Juvenil. Tanto el preparador físico Ezequiel Lavayén como mi co-provinciano Lucas Victoriano, hicieron de nexo para que pueda ir a hacer una prueba. Tuve la oportunidad de trabajar algunas jornadas con el plantel mayor y, al cabo de unos días, Silvio Santander me comunicó que querían reclutarme. Ni lo dudé, pero al principio fue muy duro. Imaginate que me sumé al equipo en marzo, y no volví a casa hasta diciembre. Era mi primera experiencia afuera, y extrañaba mucho a mis amigos y mi familia, pero me la banqué y le di para adelante. También terminé el colegio en Lanús, aunque nunca le presté mucha atención, pero había que hacerlo. Recuerdo que, desde chico, siempre les decía a mis maestras que quería ser deportista. 

-A partir de ahí, fueron varios años de rotar entre el Granate y Estudiantes de Concordia. ¿Qué sensaciones tenés de esas primeras temporadas como profesional?

-Tuve la suerte de debutar en Liga Nacional con Lanús, y aprender muchísimo de un gran equipo, que tenía bases como Victoriano y Laprovittola. Yo era muy chico y no tenía demasiada participación, pero en lo poco que compartí con ellos, me trataron de la mejor manera. Deportivamente, estaban en otra sintonía, porque yo recién empezaba y ellos tenían un nivel tremendo. Por cuestiones de conformación del equipo, y en especial tras el regreso de Juan Cantero, no tuve lugar y fui cedido a Estudiantes para jugar el ex-TNA. Terminó siendo un año redondo porque pude jugar y demostrar que estaba para competir con los más grandes. 

-Para 2018, arreglás en Ferro de la mano de alguien crucial en tu carrera como Hernán Laginestra. ¿Qué relación tenés con el hoy DT de Comunicaciones?

-Es uno de los entrenadores más importantes en lo que va de mi carrera: me enseñó muchísimo, pero sobre todo me brindó una gran confianza y apoyo permanente. Estuvimos juntos cinco años, en los que pudimos llevar a Estudiantes a la LNB y luego logré afianzarme en la máxima categoría con Ferro.

-Luego de tres buenas temporadas en Caballito, te sumaste a Gimnasia. ¿Qué pensás del subcampeonato conseguido en el último Súper 20? ¿Para qué están esta temporada?

-Hicimos un Súper 20 espectacular, siendo uno de los dos equipos que jugó todos los partidos. Y más allá del resultado de la final, nos fuimos tranquilos de haber dado todo, y contentos por haber demostrado un buen básquet y asegurarnos de ir por buen camino. Desde hace años, Gimnasia viene formando equipos para pelear arriba, y esta temporada no es la excepción. Tenemos un potencial enorme para seguir trabajando, a sabiendas de que es una Liga muy dura y pareja. Nuestro objetivo inmediato es conseguir ganar más juegos como visitante, y por supuesto seguir manteniendo la localía, lo cual venimos haciendo muy bien en este arranque. 

-Pasó ya casi un mes de tu debut con la Selección Argentina. ¿Qué significó vestir esa camiseta? ¿Cómo te sentó la idea de juego del Che García y su cuerpo técnico?

-Representar a nuestro país fue algo único, lo máximo que me ha pasado, y voy a hacer todo lo posible para seguir estando en las próximas convocatorias. No me había tocado antes compartir con Néstor ni con ningún otro integrante de su cuerpo técnico, pero me pareció buenísimo todo lo que se planteó. Ofensivamente, buscamos que todos tengan participación y que no dependamos de nadie en particular, sino del equipo en general y de cada que cada uno cumpla con su rol. Y en lo defensivo, ser agresivos desde el primero minuto hasta el último.

-¿Cómo te sentiste en los entrenamientos y en el juego que te tocó disputar? 

-Fue una muy buena semana, se trabajó bárbaro y con una intensidad altísima. Conocía a casi todos mis compañeros de haberlos enfrentado, y la convivencia fue de lujo. Junto a Pipi (Barreiro) veníamos de una gira larga por el norte con el club, llegamos y nos fuimos a entrenar, así que estuvo duro. Pero ponerme la camiseta de la Selección fue tan grosso que me olvidé que había viajado 15 horas, que había jugado tres partidos en tan sólo unos días y que me dolía todo. La verdad es que antes del debut estaba muy nervioso, y lo hablé con Leo Gutiérrez a unos minutos de salir a la cancha. Me dio algunos consejos, me tranquilizó y logré sentirme bien en el juego. 

-¿Podrías comentarme sobre ese momento de intimidad con Leo?

-Le dije que estaba bastante ansioso, ya que era mi debut. Y él me dijo: ‘Hasta yo, que no juego, estoy nervioso’. Me hizo entender que lo que me pasaba era algo natural, y me contó que sintió esos mismos nervios cuando le tocó dirigir a la U16 en el último Mundial de la categoría. En ese momento, pensé: ‘Si a él también le pasa, después de haber jugado tanto tiempo en la Selección y haber ganado todo lo que ganó, ¿cómo no voy a tener nervios yo?’ Todo lo que me habló, me tranquilizó mucho y ayudó a hacer un gran partido.

-Si bien no pudieron jugar juntos con Vildoza, debe haber sido lindo compartir semejante vivencia con un amigo de la infancia, ¿no?

-Fue muy lindo, porque los dos somos taficeños, nos conocemos desde chiquitos y es de mis mejores amigos. Si bien no estuvimos juntos, nos pusimos muy contentos de ver al otro jugando. Y a la vez, fue un poco raro también, porque en los entrenamientos competíamos al máximo para ganarnos el lugar. Pero fue una competencia sana, donde cualquiera de los cuatro bases de la lista estábamos preparados para jugar, y afortunadamente todos tuvimos la oportunidad.

-Yendo específicamente a lo técnico, ¿en qué aspecto creés que progresaste en el último tiempo y qué pensás que necesitás mejorar en el corto plazo?

-Siento que progresé mucho en la parte física. Era algo a lo que apuntamos desde mi llegada al club, y a partir de eso puedo estar mejor defensivamente e incluso tomar otro tipo de decisiones en la parte ofensiva. A corto plazo, creo fundamental seguir puliendo mi tiro exterior.

-Hablemos un poco de tu lado más personal. Tengo entendido que sos bastante futbolero…

-Sí, me gusta mucho y soy bien gallina, aunque todavía no pude ir al Monumental, sólo pude ver a River en cancha de Lanús. Miro mucho fútbol argentino, y por ahí algunos partidos importantes de Europa. Para jugar, soy más del Fútbol 5, y voy siempre al arco. Como soy de brazos y piernas largas, se me da bien tapar el arco chiquito, y por supuesto que sin guantes, ja. Cuando éramos chicos, se armaban campeonatos en un club de Tafí, que eran los sábados a la mañana. Nosotros jugábamos todos los sábados por la tarde al básquet, pero igualmente en una ocasión nos anotamos con los muchachos. Obviamente yo atajé, y creo que Lea (Vildoza) también estaba en el equipo. ¡Salimos campeones y ganamos un fardo de gaseosas! (Se ríe).

-Además del deporte, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

-Ahora que están los días lindos, aprovechamos a salir mucho con mi pareja, ir a la playa, tomar mates y pasear a nuestro perro. De vez en cuando también leo, me gustó mucho el libro ‘Once Anillos’ de Phil Jackson y actualmente estoy con el de Marcelo Gallardo.

-¿Hace mucho estás en pareja? ¿Cómo les sienta la vida en Comodoro?

-Estoy de novio hace ya 6 años con Florencia, a quien conocí en Concordia, y por suerte a los dos nos gusta mucho Comodoro, que no sólo tiene un gran club sino también es una ciudad muy bonita. Sinceramente, no pensábamos que sería tan linda, pero nos terminó encantando, estamos muy felices en Chubut.

-Por último, ¿cómo te definirías a vos mismo?

-En cuanto a mi personalidad, soy alguien muy tranquilo, afectuoso y buena onda. Y respecto a lo deportivo, sé que debo seguir trabajando tanto en lo técnico como en lo físico, pero creo que voy por muy buen camino.