LNB · 03 de May de 2021

San Lorenzo

Dinastía azulgrana, una tradición en finales que sueña con lo que nadie pudo

El Ciclón se metió por quinta vez al hilo en una definición de Liga y está a tres triunfos de hacer historia. Hasta ahora está 4 de 4. Los rivales a los que superó y el detalle del camino que recorrió durante este dominio.

San Lorenzo va y va. No se detiene. Parece no importar el momento en el que esto se lea, y eso es porque ha sido una fiel constante en los últimos años. El Ciclón volvió a meterse en una nueva final de la Liga Nacional, la quinta de forma consecutiva, en lo que viene siendo la construcción de una dinastía, un proceso sumamente exitoso que va mucho más allá de los nombres y que transforman a la institución de Boedo en una de las más ganadores de la historia.

Esta vez tuvo que batallar arduamente contra un San Martín que lo tuvo en jaque. Pero ahí estuvo una vez más San Lorenzo para decir presente, para bancarse el contundente 0-1 inicial y sacar, desde su interior, los argumentos basquetbolístico y emocionales para mantener su sueño de pentacampeonato.

Toda este aura de invencibilidad que gira alrededor de San Lorenzo comenzó a crearse desde la temporada 2015/16, campaña en la que volvió a la máxima categoría tras la adquisición de la plaza de 9 de Julio de Río Tercero. Llegó con una enorme ambición, se armó en apenas unos días con un equipo poderoso y desde entonces fabricó toda esta mística que ya se convirtió prácticamente en una tradición: ver a San Lorenzo en las finales.

Aquella primera 2015/16 bajo el mando de Julio Lamas fue un tanto irregular, arrancando con un perfil bajo pero encontrando el equipo a medida que fue pasando el torneo. Llegaron Herrmann, Marcos Mata y Penka Aguirre, y en base a ellos se fue creando la columna vertebral.  Ganó 12 de los 18 que jugó en primera fase, sin clasificar al Súper 4 por diferencia de puntos con Obras, y después, ya en la segunda parte del año engranó con algunos rendimientos que se fueron acomodando y algunas incorporaciones.

El cambio de enfoque se empezó a dar con algunas llegadas (rindió bien Bernardo Musso), la mejoría de varios jugadores (Martina, Flor, Faggiano) más sus extranjeros, que se hicieron esperar pero finalmente dio en la tecla con un par de muy buenos fichajes como Bryan Matthew y Roquez Johnson. Antes se habían probado muchos nombres (Silas, Powell, Lydeka, Gladness, Fells, Elliott...), pero sin dudas los que llevaron las riendas en todo momento fueron Herrmann (17,3 puntos y 5,6 rebotes), Mata (10,1 puntos y 5,8 rebotes) y Penka (11,2 puntos, 4,4 rebotes y 4,8 asistencias).

Terminó con récord de 30-26 la fase regular, 4° en la tabla general, para después en playoffs eliminar a Obras (3-0 en cuartos del Sur), a un Gimnasia de Comodoro que venía de ser el 1 de la fase regular (3-1 en semis de conferencia) y a Bahía Basket en la final del Sur (3-1, a unos bahienses que habían sido terceros en la tabla). La final, contra La Unión de Formosa de Guillermo Narvarte, la barrió por 4-0 y gritó campeón con Herrmann como MVP. En ascenso, a medida que se adentró en instancias decisivas dio un plus de crecimiento y superó cada obstáculo que se le presentó.

Para la siguiente temporada, la 2016/17, la reestructuración fue bastante profunda ya que del equipo campeón sólo quedaron Penka Aguirre y Mata. Pero más allá de las salidas que tuvo, salió al mercado fuerte y una vez más se armó con nombres estelares: Gabriel Deck, Jerome Meyinsse (había sido campeón con Regatas), Matías Sandes, Selem Safar y el uruguayo Mathias Calfani. El objetivo no sólo era repetir el título de Liga, sino también apuntar a la Liga de las Américas en la que alcanzó etapa de semifinales. Todo esto sumando el condimento de haber jugado un amistoso de pretemporada contra los Toronto Raptors de la NBA, además de estrenarse en el Roberto Pando, su estadio y en la vuelta oficial a Boedo (primer equipo profesional que jugó en el ansiado retorno), después de haber estado la anterior campaña ejerciendo localía en Ferro.

El año arrancó mucho mejor para este equipo, que se llevó el primer puesto del Sur en la primera fase y así se clasificó al Súper 4, torneo que en esta oportunidad supo ganarlo con victorias ante Gimnasia en semis y el local San Martín en el Fortín Rojinegro de Corrientes. En la segunda fase, volvió a ser líder, logró un balance de 40-16 y se clasificó directamente a semis de conferencia. Ahora bien, este equipo siempre tuvo un protagonismo absoluto y en ningún momento flaqueó, y todo esto se terminó demostrando en los playoffs: apenas perdió un partido y terminó con récord de 10-1.

Le ganó por 3-0 a Gimnasia de Comodoro, rival que venía de la Reclasificación del Sur; y el mismo resultado obtuvo contra Quilmes (MdP) en finales de conferencia (3-0). En la final se vio las caras ante el Regatas de Gabriel Picatto y no titubeó: 4-1 ante un rival muy sólido (con pilares como Donald Sims, Ramírez Barrios, Chevon Troutman, entre otros). Contundentes los de Boedo con victorias de 88-62 y 103-76, perdieron su único partido en el Juego 3 (78-62) pero redondearon el título con triunfos por 79-58 y 94-59.

Letales, con rendimientos individuales altísimos como el de Gabriel Deck, quien fue el contundente MVP de las finales (promedió 17,9 puntos y 4,3 rebotes); más Penka (11 puntos y 5,6 asistencias), Mata (11,3 puntos y 6,1 rebotes), Calfani clave con el correr de los partidos (9,8 puntos y 6,0 rebotes), Sandes determinante como un lujoso (8,5 puntos y 5,4 rebotes) y la cuota siempre presente de Safar el francotirador (8,9 puntos).

La 2017/18 también tuvo dominio absoluto de San Lorenzo, con la misma base de jugadores como Penka Aguirre, Deck, Mata y Calfani. Sostuvo a otros pilares como Safar y Sandes, y entre las incorporaciones fuertes aparecieron Dar Tucker, José Vildoza y el cubano Javier Justiz. El otro cambio importante que se dio fue en el banco, ya que con la salida de Julio Lamas fue Gonzalo García quien aterrizó en Boedo. Este equipo ganó todo lo que tocó, y más aún si tenemos en cuenta que finalmente se pudo alcanzar la gloria internacional: campeón de la Liga de las Américas 2018.

Deck volvió a brillar una vez más, liderando a un Ciclón que se llevó la fase regular con un registro de 30 victorias sobre 38 posibles, un récord que estuvo muy cerca de igualar el segundo y otro gran protagonista de dicha campaña: el San Martín dirigido por Sebastián González (29-9). Aquel año, San Lorenzo se clasificó sin problemas y aunque tuvo algún que otro tropiezo fue claro vencedor en cada serie de playoffs: 3-1 a Peñarol en la primera instancia, 3-1 también a Obras en cuartos, apasionante 3-2 contra Instituto en semifinales (la Gloria venía de ser 4° en la regular) y cara a cara contra el Rojinegro en las finales de la Liga para llevársela por 4-2.

Muchísimos puntos altos para un San Lorenzo que, sumó muchos nombres importantes y que terminó encontrando grandes argumentos. Pasando por Deck fuera de serie, elegido otra vez MVP de las finales y con una temporada soberbia (19,6 puntos, 6,1 rebotes y 2,4 asistencias), más Tucker (16,1 puntos y 4,2 rebotes), Mata (8,0 puntos, 5,3 rebotes y 2,6 asistencias), Justiz (11,8 puntos y 6,9 rebotes) y obviamente el gran talismán y líder Penka Aguirre (9,5 puntos, 4,2 rebotes y 5,6 asistencias). Cómo acompañaron en esta orquesta las tareas de Calfani, Safar y Vildoza, incluso el estadounidense Joel Anthony, también fueron importantes.

Ya habiendo igualado el Tri de Peñarol, San Lorenzo iba a redoblar la apuesta y consolidar todo este imperio en la 2018/19. Fichó a Sims y Clemente, y dentro de los jugadores que también iban a ser pilares, contrató el talento de Maxi Fjellerup. Repitió la misma estructura de los últimos años, con Penka ultra ganador y dominante en la elite argentina, al igual que Mata como el otro gran bastión, pero ya sin Deck que abrió sus alas rumbo al Real Madrid. Sin Tortu, hubo mayores responsabilidades para Tucker, que se adueñó del caudal ofensivo definitivamente.

El Ciclón volvió a ganar la Liga de las Américas en 2019, en un equipo donde el goleo de Tucker manejó los hilos pero parte de un equipo donde también brillaron Mata, Aguirre, Calfani, Joel Anthony, Jerome Meyinsse (que volvió al club) y Vildoza, este último cada vez más protagonista a medida que maduró en su juego y dentro del equipo. Y más allá de ganar la cita internacional, en la antesala volvió a ganar la Supercopa (2017 ante Regatas y 2018 contra San Martín) y eso se trasladó a que después mantuvo ese dominio en la fase regular de la Liga, donde ganó 32 de los 38 partidos que jugó.

Una vez más fue el 1 de la regular y llegó a playoffs con la chapa de volver a ganarlo todo. Fue 3-0 a Hispano en el primer cruce, para luego sacar adelante una compleja serie ante Boca por 3-2 en cuartos, y entonces superar a Ferro en semifinales por 3-1. El poderoso Instituto lo esperaba en una nueva final, y en una de las definiciones más apasionantes de los últimos años la Gloria de Facundo Müller le plantó cara. Terminó siendo un 4-3 teñido de azulgrana, en el tetracampeonato de San Lorenzo y en la definición de una Liga que no se veía obligada a 7 partidos desde la 99/00 del título de Estudiantes de Olavarría (ante Atenas).

Con Tucker como MVP de las finales (14,0 puntos) y Mata como el más valorado de la fase regular (9,0 puntos, 5,0 rebotes y 2,5 asistencias); los otros pilares de este San Lorenzo fueron Penka (11,1 puntos, 4,1 rebotes y 4,7 asistencias), Sims (12,5 puntos) y un Vildoza clave, sobre todo en los playoffs (9,8 puntos y 2,6 asistencias). La presencia de Calfani, más Fjellerup que se acomodó muy bien y rápido con el paso de los partidos, y el trabajo de Joel Anthony, supieron acompañar esta nueva consagración.

¿Qué se puede decir de un San Lorenzo que siguió apostando por más en la 2019/20 interrumpida por la pandemia? Solo 4 derrotas de las 21 presentaciones que había realizado hasta la suspensión, con un 81% de victorias y siendo el equipo que menos había perdido en la temporada detrás de Quimsa (3). El cambio quizá más fuerte fue la salida de Gonzalo García como entrenador, aunque también había sumado varios de los jugadores importantes del Instituto con quien había jugado la final de la temporada anterior (Esteban Batista, Chuzito González, Faca Piñero y su entrenador Müller), además de incorporar a Justin Williams y Agustín Caffaro. Durante los primeros meses del año, a raíz de algunos resultados, se dio un cambio de técnico y llegó Néstor García para sustituir a Müller. Pero más allá de cómo venía perfilándose y de estos detalles, no se pudo completar la temporada por el Covid-19.

Así llegamos a la actual 2020/21, en la que más allá del cambio de formato obligado por la situación sanitaria y en la que se comprimieron varios partidos consecutivos, nos encontramos con un Ciclón que volvió a renovarse. Las riendas del equipo las tomó otro entrenador de absoluto prestigio como Silvio Santander, y desde ahí tuvo que confeccionar un equipo prácticamente nuevo y desde cero.

Lo cierto es que se dieron las salidas de varios jugadores, ya sin Mata (rumbo a Japón) y con varios jugadores comenzando la temporada en México, como fueron los casos de Penka, Piñero, Nico Romano, Kevin Hernández y Roberto Acuña, este último llegando como reemplazante de Caffaro. Los únicos sobrevivientes de la temporada anterior, sin contar los mencionados casos de Penka y Piñero que se sumaron más tarde, fueron Vildoza, Tucker y Fjellerup. El equipo arrancó con ellos más Defelippo (gran acierto que llegó desde Comunicaciones), Ferreyra (a préstamo desde Barrio Parque), Maldonado y el dominicano Luis Montero.

El equipo tardó en engranar y tuvo que ir atravesando etapas, tal vez con una leve incidencia del formato de juego pero sobre todo por ser un equipo muy nuevo y porque arrancó los primeros partidos sin 4-5 de su equipo propuesto para este año. Además fue mutando, porque con los arribos de las estrellas dejaron de tener lugar dentro del equipo otros jugadores, entonces encontrar esa sintonía no era sencillo. En esto recae también que el equipo azulgrana perdió la final de la BCLA ante Quimsa, su próximo rival por el título, allá por fines de octubre.

Lo cierto es que con todo esto San Lorenzo recién a principios del 2021 fue encontrando su habitual versión, y más allá de la temprana eliminación en la BCLA, fue aceitándose de a poco hasta gozar de esta realidad. Vildoza dio un salto de calidad absoluto y fue la gran figura, por la continuidad de su nivel en este equipo (14,2 puntos y 4,5 asistencias). Fjellerup fue otro de esos pilares constantes (10,3 puntos y 6,1 rebotes), y cuando San Lorenzo incorporó a sus pesos pesados en el juego interior también le dio una vuelta de tuerca (buenas temporadas tanto de Acuña, Hernández y Romano). A esto agregar la calidad de Penka Aguirre y el salto de calidad que provoca cuando está encendido, con la capacidad para cambiar cualquier partido y dando plus en instancias decisivas, tal y como lo hizo en las recientes semis ante San Martín (promedia 9,8 puntos, 3,3 rebotes y 4,3 asistencias en la temporada).

Está claro que San Lorenzo ha construido una tradición en las finales de la Liga Nacional. Candidato que año tras año se supera más allá de lo nublado que pueda verse en algún momento del año, porque sin dudas es lo que en definitiva consiguen los grandes equipos: responder cuando la situación lo requiera. Ahora, desde el jueves, será la hora de vivir otra final más para este San Lorenzo, ante otro poderoso rival,como Quimsa, en una serie donde se sacarán chispas y se escribirá un nuevo capítulo de nuestra bella Liga Nacional.

Fotografías: La Liga Contenidos.

 

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