Liga Argentina · 21 de Diciembre de 2021
Independiente de Oliva hizo historia por su todo
Nuestro columnista pone la lupa en el nuevo rey del Súper 8. Los motivos de este éxito que dice mucho y explica cómo este debutante en la segunda división logró semejante hito.
Por Carlos Altamirano
Quedan siete segundos. Están empatados en 72. El coach Martín González, post time out, decide reponer debajo de su canasto con todo el campo a su disposición. Sabe que el tiempo sobra para buscar un buen lanzamiento: tiradores a las esquinas, Fernando Martina como anzuelo en caso de ayudas y Salvador Giletto como portador. Salvador encara hacia su perfil izquierdo, tira y anota por encima de todos. Independiente pasa a ganar pero tendrá que sufrir el último disparo de Banegas, ese instante en el que todo puede transformarse en nada, como regla esencial de este maravilloso deporte. Y es todo. Independiente de Oliva, debutante en la Liga Argentina, ratifica el por qué de su exitoso inicio de temporada. Y cada protagonista de esta película histórica explota. Cada uno sabe que lo merece, pero cuesta creerlo. Esa expresión habla de una de las grandes virtudes del equipo: la humildad. Pero hay más. Mucho más, virtudes desgranaremos en esta nota.
La adaptación desde el ADN. Es que no sólo el club está viviendo su primera experiencia en la categoría, sino el 80% del plantel. Pero la fórmula no falla. Sostener un plan de juego con el paso de los años provoca una base clave: dinámica, juego de pases (la bola no toca el piso si la acción no lo pide), actividad sin pelota, buenos tiradores que generan espacios, oficio en el juego interior, generación desde bloqueo directo con perimetrales que son buenos leyendo ventajas y recursos para llegar a vía de gol sin depender de un anotador (eso complica los scoutings). Defensivamente, una gran ejecución colectiva en base a compromiso, intensidad y polivalencia. Atacar desde la defensa es uno de sus mejores atributos, tanto como su juego en transición/llegar jugando.
La planificación. Independiente jugó el Súper 8 dominando la escena en cada cruce. En cuartos sacó de la cancha a Estudiantes subiendo el ritmo de juego. El equipo de Concordia no iba a poder sostener ese pace... En semifinales la estrategia fue la opuesta: controló a San Isidro con un esquema de contención, bajando la adrenalina. Los de Beltramo jamás pudieron imponer su estilo (la máxima llegó a 23). Y en la final, volvió a exponer un ida y vuelta veloz sabiendo que Central, con su roster corto, lo iba a sufrir.
El liderazgo. Martina. Su ascendencia vocal. Su dominio de ambos tableros. Su oficio, entrega, ejemplo. Liderazgo. Lucio Reinaudi. Uno de los mejores jugadores del torneo. Su tiro, claridad en el pick and roll, la presión al balón, la agilidad en las entrelíneas, su todo. Roles. Nóblega y su control de escena. La polivalencia de Agustín Pautasso, Giletto y José Bione. El carácter y altruismo de Alejandro Quigley para que Martina descanse y el equipo no lo sienta. La voracidad de Benjamín Herrera, Nicolás Marcucci, Tomás Ramallo y Benjamín Giorgetti para sostener intensidad desde la segunda unidad.
La tercera pata. Siempre la tercera pata. Elogiar al cuerpo técnico y los jugadores suele ser más resonante, pero detrás hay personas que, aún más en la Liga Argentina, tienen un sentido de pertenencia absoluto. En Independiente de Oliva el plantel sólo se focaliza en entrenar y jugar. El esquema de profesionalismo es elite: preparador físico, kinesiólogo, utilero y nutricionista. La dirigencia y su rol determinante. Que nunca se escape ese detalle, que lejos de ser un plus, debería ser lógico y habitual.
Quedan siete segundos. En Obras, la tensión es insostenible. La gran final es extraordinaria desde todo punto de vista. Cualquiera puede ser campeón. Nadie sabe qué jugador definirá la historia. Pudo ser Benegas, pero fue Giletto. Pudo ser Central, pero fue Independiente. Seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... Un tiro. Una anotación inolvidable. Un festejo merecido. No es casualidad. Y va por más..