LNB · 10 de Septiembre de 2021
Aprea: el pivote que superó cortes y lesiones, y volvió a disfrutar de la Liga
Tuvo varios vaivenes en los primeros años de su carrera, pero no se rindió ante las adversidades. Pasó por todas las categorías y, en la última temporada, con Platense, apareció en su máxima expresión. Conocé su historia.
Por Lucas Leiva
El reinventarse suele ser una constante, no sólo en el deporte sino también la vida misma. Se trata de sobreponerse, de entender que hay momentos en los que hay que cambiar el enfoque. Implica centrarse en lo bueno que puede de cada situación sin importar lo negativa que pueda parecer, salir de la zona de confort, eliminar lo malo y quedarse con lo bueno, avanzar, cultivarse y fortalecerse mentalmente. Cuando los vientos de la tormenta azoten con fuerza no hay que detenerse, hay que seguir avanzando y estar aún más fuertes.
Se habla de resiliencia, de tener un objetivo y luchar por ello a pesar de los palos que puedan ponerse en la rueda, a pesar de los cachetazos que te puedan dar. Y en esto, lo que ejemplifica Julián Aprea a partir de su hoja de ruta y ese recorrido que lleva dentro del básquet. Desde aquellos inicios en Caballito en el 2005 o su paso por Boca, club en el que fue campeón de la Liga siendo un juvenil en la 06/07. "Haciendo cuentas ahora ya son más de 15 años jugando profesionalmente... desde aquel TNA en Ferro. Estamos viejos (se ríe)", inicia Julián, hoy ya con 33 años, su charla con Prensa AdC.
Arrancó un poco tarde su incursión en la disciplina ya que tenía 16 años cuando todo comenzó, y si bien un par de años después estaba festejando un título con el Xeneize, su vida deportiva dio muchos giros. Tuvo picos muy buenos pero también tambaleó por muchos momentos, pero el sentido de luchar contra la corriente y autosuperarse está impregnado en este pivote que viene de ser clave la temporada pasada con el sorprendente Platense. Clave en la estructura del Calamar, se ganó su renovación a base de una excelente incursión y ahora va por mucho más.
Pasó de todo en el medio de estos más de 15 años. Y es que así como tuvo sus momentos gratos con Boca, Regatas o Atenas en el inicio, también sufrió algunos bajones fuertes, tanto en el ya mencionado Griego cordobés (donde lo cortaron por una decisión táctica) como así también en Argentino y Lanús. Si bien alternó algunas participaciones en otros niveles como el TNA, esa 13/14, en la que alternó camisetas entre el Turco de Junín y el Grana, marcó un periodo largo sin regresar a la elite.
- ¿Qué pasó en esos primeros años de Liga? La impresión es que dabas muchas cosas desde los intangibles pero que no te terminaste de asentar lo suficiente para tener una continuidad.
- Sí. Desde el primer momento me afiancé como jugador de rol dentro de la Liga y nunca pude llegar a ese papel protagónico. Creo que en un momento el nivel de la Liga era altísimo también, y era más difícil, pero también hago la autocrítica de que tal vez no tuve la suficiente madurez deportiva para cumplir ese rol. Tuve oportunidades y he rendido bien caso yendo detrás de (Djibril) Kanté cuando arranqué en Regatas, o caso Román González cuando empecé en Atenas... cumplía bien, pero nunca al nivel del jugador que tenía adelante en su máxima expresión, y eso me marcaba que era un jugador que aportaba mucho al equipo desde su lugar pero que no podía tomar ese rol protagónico.
- ¿Ahí fue el primer giro?
- Y antes quizá hubo otros, porque yo pasé de salir campeón con Boca como cuarto pivote juvenil a tener que irme a la Liga B para saber dónde estaba parado. De tan buena que fue esa Liga B, en la que ascendemos con GEVP, me llaman para el Lamas de Obras... imaginate lo que causó ese equipo, que hizo que un entrenador de tanta elite me llame. Y siendo ficha mayor, porque yo ya había cumplido los 21 y en esa época no existía la ficha U23. Ese también fue un gatillo para empezar a pisar la Liga. Al año siguiente voy a Regatas, que la experiencia comenzó siendo muy buena en esa primera parte del año y después por lesión me pierdo el resto de la temporada.
- Al año siguiente pasás a Atenas y ahí pasa una situación particular: te quedás afuera del equipo por el bombazo de la llegada de Oberto, como que eras el jugador de menos peso para cortar. ¿Cómo fue eso?
- Sí, me voy a Atenas donde venía haciendo realmente una muy buena temporada como cuarto pivote. Pero ligo el corte, que lo sentí un poco injusto... aunque también, como decís, Atenas quería traerlo a Oberto así que no había mucho para discutir (se ríe). Ahí es donde termino yéndome a La Unión, donde pude dar una mano y zafar del descenso. Son cosas que a veces suceden, yo soy de las personas que cree que uno también tiene que hacerse cargo de esas vivencias que suceden y que después le valen a uno para luego mejorar.
- ¿Qué conclusión sacaste de eso?
- Cuando vi que mi rol en la Liga venía siendo siempre el mismo hasta los 25 años, elegí bajar al TNA para tener un protagonismo más importante. Igualmente sabía adónde estaba parado, y cómo podía llegar a desenvolverme en una categoría más abajo pero con muchos más minutos. Eso realmente me hizo muy bien, hizo que gane confianza y que pueda comenzar a afianzarme en el juego. Dos años después, en Independiente, se dio como una explosión de todo ese proceso interno que llevaba para dominar en cierta forma la categoría. Todo viene atado a todo.
Pero mucha agua debajo del puente hay en esos dos años. Tras estar en la anterior Liga con Argentino y Lanús, a la siguiente firma con UNCAus de Sáenz Peña en donde deja un buen registro (10.8 puntos y 5.2 rebotes en la 14/15), pero tras esa campaña surgieron razones externas al básquet que lo obligaron a tomar un camino que luego no terminó dándose de la forma inicialmente planificada. Un revés más cuando parecía despegar.
"Cuando vuelvo de ese año en Chaco, tenía una distribuidora con un amigo que se estaba separando y necesitaba quedarme en Buenos Aires para acomodar muchas cosas que no se iban a poder hacer si me iba. Entonces arreglo con Ramos, que en teoría iba a jugar el Federal como invitado y había armado un muy lindo equipo con Seba Mignani, Ale Fidalgo, Xavier Carreras... un plantel que parecía para ascender, pero al mes le confirman que no iba a tener esa plaza. Quedé medio a la deriva", cuenta, recordando que luego pasó a Racing de Avellaneda.
- ¿Qué hiciste entonces?
- Seguí entrenando con la Liga en Boca, pero no podía moverme para competir. Fue entonces cuando arreglo para jugar el PreFederal en Racing. Nos fue muy bien, llegamos a la final y jugamos contra un Ramos potentísimo con los dos Cuello, Segón, Vasirani... nos ganan bien 2-1 pero ya habíamos ascendido al Federal así que el objetivo ya estaba cumplido.
- De ahí pasás a Independiente y te va muy bien (15.7 puntos y 7.5 rebotes de promedio). ¿Sentís que fue un cambio?
- En Independiente fue una de las mejores temporadas que tuve. Realmente me sentí muy bien y muy cómodo ahí, pude afianzar un rol bien protagónico y marcado. La primera madurez ofensiva fuerte la tuve ese año en Independiente, en donde estuve casi un año sin jugar y después del PreFederal necesitaba hacer un giro dentro de mi carrera para ser dominante. Me lo propuse y lo logré. Son cosas que se logran mucho también a raíz de esa fortaleza mental.
La llegada a Morteros iba a significar un nuevo revés inesperado. Venía del buen año con Inde pero llegó a Tiro y pasó a tener otro tipo de rol. Daba la impresión de que con el correr de los meses pudo acomodarse a la estructura del equipo (9,2 puntos y 5,3 rebotes), sin embargo de forma sorpresiva el club anunció su salida en abril, justo antes de los playoffs y en la misma noche en la que el equipo le había ganado a Unión (75-73) para confirmar que terminaba tercero en la Norte. Ese corte fue algo muy duro para el pivote, que otra vez vio truncado su intento de seguir trepando escalones.
- En Tiro tuviste un corte bastante particular porque lo hacen justo antes de los playoffs y teniendo un buen año. ¿Cómo fue esa experiencia?
- Fue una experiencia un poco más difícil, con otros objetivos deportivos en cuanto a mi función dentro del equipo. Al final de la temporada regular, después de la felicidad que fue clasificar terceros en la zona, me informan que no iba a seguir en el equipo. Fue un palazo, pero son golpes de los que uno aprende. Siento que eso marcó un antes y un después en mi carrera.
- ¿Cómo te levantaste después de eso?
- Yo siempre asumo que hay una parte de la responsabilidad de uno, siempre, en lo que sea... nunca creo que la culpa sea 100% de afuera. Y eso a mí me lleva a mejorar y sobreponerme a ciertas cosas. Creo que uno ama lo que hace, siempre va a llegar a buen puerto. A lo que te dé, porque a cada uno le dará para tal u otro lugar. Siempre hay que sobreponerse y superarse. Justo hoy subí a redes una frase que decía 'Que tu trabajo sea tu vocación'... y es justamente eso, pero los golpes a uno siempre lo tienen que fortalecer y sobreponerse, porque lo que uno siembra luego lo cosecha. Al otro día que me entero que no sigo, todos pensaron que me iba a ir mal de Morteros. Sin embargo yo al día siguiente fui al partido a ver a los chicos, y el regalo que me dieron fue que cuando terminó el juego todos vinieron a abrazarme al lugar en el que estaba sentado. Eso fue algo muy lindo.
Al siguiente año de Morteros, para la 18/19, apareció un nuevo club en el horizonte de Aprea: Presidente Derqui, al que llegó a inicios del 2019 para cubrir la vacante del Negro Sebastián Acosta. Aterrizar a la institución de calle Dorrego fue fundamental, porque fue allí en donde el pivote se reencontró con otra realidad, en un club de barrio donde todo empezó a encajar de nuevo.
- ¿En qué situación y momento te agarró lo de Derqui?
- Al año siguiente de Morteros había decidido enfocarme nuevamente en la distribución y en lo que tenía porque ya estaba complicado, y quedarme también entrenando con Boca haciendo la pretemporada, en la que recuerdo que nos fuimos a La Rioja. En febrero, ya a mitad de temporada, estaba a punto de irme a jugar el TNA de nuevo pero me sale una chance de irme a Derqui para el Federal. Me aventuré, sentía la necesidad de jugar un Federal, lo hice y fue otro quiebre en mi carrera.
- ¿Qué tipo de quiebre?
- No sé si la palabra correcta sería 'mágico', pero lo que pasó fue algo muy parecido a eso. Fue un envión que hizo que vuelva a amar y disfrutar el básquet como el primer día. Esta carrera desgasta mucho a veces... los viajes, los equipos, cambiar en todo momento, los compañeros, la exigencia misma... pero el volver a un club de barrio, al que llegué por recomendación de Pato Tabarez, y quedarme después del Federal incluso porque hice todo el receso ahí con el Negro Suárez y el Turco Sánchez, haciendo también un proceso deportivo en el cual sumo también el poste bajo que era una de las cosas que me faltaba ganar en madurez. Fue una bisagra, volví a disfrutar el básquet desde cero. Casualidades de la vida, estando ahí me surge volver a la Liga para Hispano. Ese año también empecé a estudiar nutrición, algo que me gustaba mucho, y me volqué más de lleno en la Liga. Ya con mucha más experiencia, un mayor enfoque, y habiendo tocado todas las categorías. Lo disfruté un montón.
A partir de ahí parece haber sido el despegue definitivo de Aprea, aquel que lo terminó catapultando a esta realidad que vive hoy. Como si fuesen las vueltas de la vida, tras ese paso por Derqui para reencontrarse con ciertas raíces del inicio, en esos clubes en los que todo se consigue a pulmón y están muy a flor de piel los valores y principios, se dio esa esperada oportunidad de regresar a la Liga, de la mano de Hispano Americano.
El llamado desde Río Gallegos llegó para la 19/20 que luego terminaría suspendiéndose, pero para Julián fue su regreso a la máxima categoría después de más de 5 años. Con otra madurez tanto desde el juego como así también en el factor psicológico, habiendo pasado por cada paso que fuimos describiendo y con una mentalidad mucho más de líder, el pivote rindió con buenos números de 6.5 puntos y 3.3 rebotes. Y si bien no arrancó jugando la pasada Liga, con la salida del chileno Ignacio Carrión en el receso por las fiestas navideñas, Vázquez decidió llamarlo para cubrir esa vacante en el Calamar y la rompió: 11,2 puntos y 4,5 rebotes en 22,6 minutos, firmando sus mejores números en una temporada de la Liga.
- Uno entiende que entre ese principio en Independiente, más el Federal con Derqui y luego Hispano, lograste afirmarte como querías en estos últimos años.
- Sí, y ni hablar lo que fue el año pasado que me sumé a un grupo realmente de primera tanto desde la parte humana como así también en lo deportivo, donde los conceptos se tenían bastante claros. Creo que pudimos dar una mano grande cuando llegamos con Lucas (Goldenberg). Fue un proceso madurativo, de palos que se le van poniendo a uno en la rueda, pero que lo hacen más fuertes. Cuando pensás que irte a jugar un Federal es caer bajo o tocar fondo, puede terminar siendo todo lo contrario como me pasó a mí, que después terminó haciéndome ir para arriba, y entender que todas esas cosas que perdí de disfrutar porque estaba con la cabeza puesta en la exigencia máxima y el alto rendimiento la volvés a vivir y disfrutar de otra manera. Y además le das una mano al club que siempre es muy agradecido. Pero esto es seguir mejorando y siempre lo digo: hasta que uno no se retira siempre va a tener cosas por mejorar.
- Con todos estos vaivenes, picos buenos pero luego un bajón detrás, ¿Pensaste por algún momento en largar todo?
- Mirá, creo que muchos jugadores se hacen esa misma pregunta en algún momento de sus carreras. Ya sea por lesiones, por malestar, por calidad de vida... en algún momento la mayoría por lo menos se hace esa pregunta. Y en esa época en la que me tuve que quedar en Buenos Aires, cuando no se dio lo del Federal y el club se había quedado sin jugar (NdR: por Ramos), lo pensé por un momento. También en Morteros, sí. Recuerdo que en ese momento decayeron varios clubes económicamente, entonces era irte lejos por poca plata. Ahí dudé, quise dedicarme a la distribución u otra cosa. Pero siempre pisaba una cancha me volvía el alma al cuerpo y reafirmaba que esto es lo que yo amo, que no puedo estar sin competir. De hecho ese año, después de que no se dio lo de Ramos, me acuerdo que me iba a jugar al tenis con un amigo y él me reclamaba porque yo le competía a muerte (se ríe), pero no podía evitarlo, no podía estar sin competir. Es el fuego que uno tiene como deportista. Y todas esas cosas que uno va viendo cuando se aleja del básquet en sí, más allá de lo que uno ama el deporte, las extraña. Siento que hasta que no dé más el lomo tengo que seguir jugando. Termino volviendo siempre a la misma conclusión: extraño el día a día, el estar en un equipo, competir, el ambiente que es chico y de buena gente... todo eso siempre me hizo querer volver.
- De una u otra forma, está claro que la mentalidad hace en vos que todo sea posible...
- Sí, me parece que la mentalidad que uno tiene para sobreponerse a palos tan difíciles es algo clave. A mí tocó jugar un playoff por el descenso con La Unión de Formosa un mes después de haber fallecido uno de mis amigos más cercanos. Recuerdo que a los pocos días que había pasado eso Javi Bianchelli me preguntó cómo me sentía y le contesté que estaba destruido... Javi me recordó que nos jugábamos la vida y le contesté que sí, que sabía eso y que por supuesto estaba preparado para pelearla. Terminamos ganando ese cruce y fue un alivio, pero sin dudas esa fue una situación difícil. Claro que en ese sentido me considero una persona que sabe reponerse ante cosas difíciles, y por algo también fue que llegué a jugar al básquet. Yo arranqué a jugar cerca de los 16 años y ya a los 18 estaba como cuarto pivote en Boca en la Liga Nacional... realmente un logro. Creo que todos los deportistas tenemos una cabeza fuerte, hay épocas que las tenemos más débiles y otras más fuertes, pero hay que sobreponerse siempre y tener esa mentalidad. Creo que la madurez uno la va teniendo con el paso de los años y la experiencia, y con esto que hablamos de los golpes uno va adquiriendo cosas.
- Hablás de la experiencia, y con el tiempo también te fuiste convirtiendo en un líder de grupo. Cuando hablabas de tu primera madurez en el juego en aquel año con Independiente, pensé que en algún punto también hubo un clic para tomar más un rol de referente.
- Y es que cuando uno a esa experiencia va sumando años y empieza a tomar un rol más de líder, algo que también me pasó por ese paso en el Federal en el que me tuve que quedar para dar una mano, siendo un poco jugador, entrenador, afianzar conceptos profesionales y demás, ya tomé otro rol también dentro de la cancha. Recuerdo que en Derqui mismo me lo decían, que ya estaba en una edad para empezar a liderar un equipo y me lo propuse también. Cuando llega la propuesta de Hispano sabía que tenía un americano, pero yo sabía que tenía que tomar mayor protagonismo por un objetivo propio y porque sabía que así le podía dar más al equipo, y termina pasando eso también, porque antes de mitad de temporada cortan al americano y ya quedo de arranque, y mi desempeño luego terminó siendo mucho mejor, algo que en los entrenamientos ya venía demostrándolo y que por eso mismo toda esa situación se terminó dando así. Pero fue así, tomé un rol más desde el liderazgo a pesar de que venía de la tercer categoría... sentía que ya tenía otro objetivo y otro papel dentro de un equipo. Y lo mismo pasó con Platense, porque fue sumarme a un equipo ya armado y con ruedo, sentí que podía dar ese mismo desempeño y liderazgo, que no significa estar por arriba de nadie sino que se trata de impulsar la experiencia, las acciones y ejemplos que uno tiene para que el equipo mejore. Sea con 20 puntos o con 30 defensas, no importa. Lo que importa es demostrarle al equipo que el camino es uno, liderar desde el ejemplo y que tus compañeros sepan que estás al servicio del equipo y que querés lo mejor para ellos.
- En Platense aprendieron a quererte mucho, incluyéndolo al Cholo Vázquez que te dio la confianza desde el primer momento. Llegaste casi como una apuesta pero le diste un montón al equipo.
- La verdad es que una de las pautas por haber decidido seguir en Platense fue por el Cholo. Además de ser exigente y que desde afuera se lo vea como un cabrón (se ríe), es un tipazo y tiene una calidad humana. Más allá de las propuestas que tenía, una de las razones por las cuales quise seguir acá es por él, por su persona, por cómo trabaja e incluso por el mismo trato que recibo de todo el club... son grandes personas.
- ¿Hay algo de resiliencia en la historia que vas escribiendo o cómo ves todo lo que te fue pasando?
- Yo trato de ser lo mejor persona posible dentro de un mundo que es verdad que está muy complicado, y de aportar en todo, sobre todo a los más jóvenes. Ya hace cerca de 15 años que sigo yendo a las inferiores de Boca para entrenarme en los recesos, porque además tengo muchos amigos de tantos años ahí. He visto generaciones de pibes... como por ejemplo al Pipi Barreiro, que lo vi desde chiquito y después nos tocó compartir equipo en Hispano... como vueltas de la vida. Más allá de no haber sido ningún Leiva ni Gutiérrez, ni un híper jugador ganador, sé cuál es el camino y por eso siempre trato de inculcarles a los jóvenes la mayor cantidad de valores no sólo del deporte sino también de la vida. Y también el concepto de equipo como tal, que nunca jueguen para ellos sino para el equipo... eso lo decía mucho Julio, porque el generar un ambiente de trabajo bueno donde las malas se pasen rápido y las buenas sean enormes creo que es la clave de cualquier deporte. Y más en el básquet, un ambiente en el que hay buena gente, buenos valores... me parece que es clave.
Hoy Aprea disfruta de este gran presente y cree que todo lo sucedido formó su actualidad, esta que tan feliz lo tiene en la institución de Vicente López. Tuvo que surfear ante grandes olas, algunas muy difíciles, desde los cortes y oportunidades que nunca terminaron por concentrarse. Sin embargo, siempre se levantó por el amor que le tiene a este deporte y demuestra ser un guerrero de mil batallas que quiere seguir escribiendo su rica historia dentro de la Liga.