Club Atlético Boca Juniors

Buenos Aires (Buenos Aires)

LNB · 29 de May de 2021

Boca Jrs.

Leo Gutiérrez, aquel líder inolvidable: a 14 años del último Boca campeón

Con la salida de Paolo Quinteros, Boca tuvo que rearmarse y fichó al más ganador de siempre en la Liga Nacional. LG fue la diferencia, ayudado por Legaria, Leiva, Borrell y la conducción de Piccato. Así construyeron el más reciente título para el Xeneize.

Cada 29 de mayo es una marca indeleble desde aquella noche de 2007 en la que Boca levantó el último título de su historia. En la memoria Xeneize, que durante la última campaña festejó su retorno a las fases finales de la postemporada después de varios años tristes, están guardados a fuego esas celebraciones que son las últimas en la gloriosa historia del combinado de La Ribera en la Liga Nacional. 

Una historia similar a la del 97 se gestó casi diez años después en la temporada 2006/07. Boca no había tenido un gran torneo como precedente, tras haber quedado eliminado en 2005/06 en cuartos contra el Gimnasia que posteriormente se consagraría campeón, y ante esa decepción la misión fue enterrar la tristeza, cambiar rápidamente su chip y producir un cambio rotundo en sus bases para recuperar el protagonismo perdido.

El Xeneize había perdido a Paolo Quinteros, quien se mudó a España para jugar en el Climalia León de la Liga LEB. Aquella salida inicial fue apenas el principio de un exilio de varios jugadores que impulsó una evidente reestructuración a partir de las salidas de Sandes, Malara y Mariano Alba. Boca necesitaba encontrar su rumbo a partir de un golpe de timón que consistía en incorporar a nombres de jerarquía que le permitieran volver a aspirar a lo máximo y no repetir un año lejos de los puestos de mayor protagonismo.

El primer paso fue la incorporación de Leo Gutiérrez, quien ya era figura de la Liga con cuatro títulos en su palmarés: el más reciente había sido contra Ben Hur en el 2005. El de Marcos Juarez llegaba de romperla en el último año en Rafaela con 16,8 puntos y 7,0 rebotes, y fue igual de determinante en su llegada al Xeneize. Leo firmó una campaña con 18,4 puntos, 4,6 rebotes y 2,0 asistenciasen 57 partidos. La rompió.

Pero Leo no iba a estar solo. También llegó el cubano Lázaro Borrell que lo secundó a la perfección, no solo por su calidad y su enorme currículum con el que llegaba tras sus años en Obras y la NBA, sino también por su técnica y fundamentos. Fue clave a pesar de no estar en su etapa dorada de los '90 y aportó 12,1 puntos y 5,2 rebotes. También fichó Ray Legaria, que venía de acompañar a Leo en Rafaela, como otra incorporación top: un talento tremendo, mucho temperamento y disciplina que sumó 9,3 puntos, 2,7 rebotes y 2,5 asistencias a la causa. Y también arribó Gustavo Oroná, proveniente de Regatas, dando una mano importante con sus 11,6 puntos por juego.

Ese Boca se había construido con otros cimientos sólidos, importantísimos, como Martín Leiva, quien ya venía desde hace varios años en el club y que tuvo una temporada clave en el juego interior (9,5 puntos y 8,5 rebotes); Junior Cequeira, que ya estaba en el club del año anterior (9,6 puntos), Jamal Robinson, unos muy jóvenes Fede Aguerre, Jonatan Slider y Pato Rodríguez (llegó para playoffs); Matías Fioretti, Rodrigo Sánchez, Lucas Ortíz, Leandro Podestá y Nahuel Rodríguez completaron el plantel.

El indicado para guiar ese equipo en un principio fue el Tola Cadillac, aunque la realidad es que después todo cambiaría dentro de un año largo. Pero antes de eso, el desafío estuvo en la habitual Copa Argentina, aquella que se jugaba antes del inicio oficial de cada temporada y donde Boca era un habitual animador. El club capitalino no falló y tras una primera fase de grupos muy positiva arrasó en el cuadrangular final para llevarse el título  con un récord general de 9-0 y una definición en la que encadenó triunfos frente a Peñarol, Libertad y Regatas.

No sólo fue aquella Copa Argentina la única advertencia de su éxito posterior: en el recuento también hay que sumar al Sudamericano de Clubes Campeones, aquel otro título que ganó en Venezuela después de imponerse ante rivales de jerarquía como Gimnasia de Comodoro, Uniceub y Guerreros de Lara. Todo marchaba bien para Boca, que a finales de octubre del 2006 ya tenía dos títulos en los albores de la temporada.

La Liga ya la había arrancado con algunos vaivenes: tardó en ganar en la Bombonerita y tuvo algunas irregularidades en el camino, por lo que más allá de los éxitos que había cosechado con anterioridad no pudo replicar su rendimiento en una primera fase con un registro de 7 triunfos en 14 presentaciones. Al equipo le costó, fue 4° en la tabla de la Zona Sur y entró con lo justo (por invitación) al Súper 8 que se jugó en Neuquén. Faltaba funcionalidad de equipo como tal, porque las individualidades habían sido el motor principal de todo hasta ese entonces y lo colectivo no había podido fluir. Ese fue el detonante para que, más allá de no tener malos pergaminos, se decidiera la salida del Tola Cadillac como entrenador. ¿Quién tomó las riendas entonces? Su, hasta en ese entonces, asistente Gabriel Piccato.

Con nuevo conductor y la idea de encontrar finalmente esa fluidez colectiva, Piccato depositó a Boca en la final del Súper 8 pero no pudo ganarle a Peñarol en la definición, y se quedó a las puertas de la gloria en el esplendoroso Ruca Che. Más allá de eso, el saldo había sido bueno y Boca perdió apenas por la mínima esa final. Para un equipo que necesitaba un cambio de aire, sin dudas que ese torneo fue importante para buscar el envión necesario.

Boca volvió al calendario de la Liga y, envalentonado por su rendimiento en alza, consiguió cerrar bien aquel 2006, metiéndose entre los mejores de la recientemente iniciada segunda fase. La mejoría había sido evidente y, mientras se acomodaba a un nuevo estilo, ganar era clave para poder seguir trabajando con tranquilidad. Si eso podía extenderlo en el tiempo, algo que terminó haciendo, iba a poder conseguir uno de los puestos más elevados en la tabla para tener ventaja de localía en la mayor cantidad de cruces posibles. En ese mano a mano le fue sacando ventajas a Ben Hur, Regatas y Quimsa, y aunque Peñarol y Libertad mantuvieron un andar muy sólido, el equipo de Piccato se abrazó al tercer puesto de la tabla y consiguió clasificarse directamente a cuartos de final de la Liga.

En los playoffs terminó de plasmarse todo lo que se venía intuyendo sobre el crecimiento de este equipo. Boca elevaba su rendimiento y cada día jugaba mejor, incluso en ese primer cruce en el que se impuso en un ajustado 3-2 frente al Ben Hur de Julio Lamas. Sin Leo, que para el arranque de la serie venía de una lesión, arrancó 0-2 perdiendo los primeros juegos en la Bombonerita, pero dio vuelta esa tendencia y con el regreso del recuperado Gutiérrez, controló las acciones tanto dentro de la cancha como desde el factor psicológico. Fue 75-72 y un sólido 85-66 en Rafaela, para en el retorno a Boca llevarse el punto definitivo por 82-75.

En semifinales enfrentó a otro duro contendiente como Libertad, que venía de ser segundo en la general y había barrido a Deportivo Madryn. Otra vez la historia iba a arrancar durísima para Boca, que perdió los primeros partidos y una vez más quedó al borde de la eliminación, aunque claro, la diferencia fue que esos juegos habían sido de visitante en el Hogar de los Tigres. Pero todo comenzó a revertirse en Capital, y los de Piccato se llevaron dos partidazos de local, uno por 91-68 como motor de reacción, y el otro por 75-63, igualando la serie y obligando a un quinto juego en Sunchales. En tierras santafesinas, y con 21 de Lázaro Borrell, Boca le ganaba por un impactante 70-68 a Libertad y se metía en una nueva final de Liga.

El camino de este Boca iba a marcar que en la final se enfrentara a un poderoso Peñarol, equipo contra el que ya había definido esa misma temporada tanto la Copa Argentina como el Súper 8. Dos equipos marcados por la vocación defensiva, con el Xeneize dando el primer golpe ante el 1 de la fase regular en el primer partido (61-57) de visitante en Mar del Plata, pero con un Peñarol que se recuperó rápido para igualar la serie (77-75). El tercero, en la Bombonerita, quedó en manos otra vez del Milrayitas con un bajísimo goleo (58-57), pero los de Piccato empataron por 77-74 en el Conde. Boca volvió a ganar para ponerse 3 a 2 con un partidazo en el Poli (66-58) y, a partir de ahí, se abrió un sexto partido que el elenco azul y oro no dejó escapar: 89-81 en un juego de altísimo goleo, totalmente distinto a lo que venía escribiéndose en los anteriores encuentros y con Oroná luciéndose (goleador con 25), y festejo de campeonato para Boca.

Fue el cierre de una temporada única para este Boca que se reconstruyó, que se formó alrededor de la figura de un Leo Gutiérrez ultra ganador y que volvió darle un título de Liga al club, el tercero de su historia. Fue el impulso para muchos de los actuales protagonistas de nuestra élite, desde un Piccato que agarró un fierro caliente y se fue afianzando con el correr de los partidos, pasando por históricos como Leo, Leiva, Legaria, Borrell y demás, hasta una serie de jóvenes que dieron pasos cruciales en sus respectivas carreras.