Informes Especiales · 17 de Abril de 2020
Olimpia, “La máquina de jugar bien”
En esta nueva sección nos adentramos en los comienzos de nuestra competencia. En la entrega número cuatro, Olimpia de Venado Tuerto, campeón de la temporada 1995-96. El recuerdo de la final, anécdotas y testimonios de los propios protagonistas.
Por Noelia Ortmann
Dueño absoluto de la temporada. Ganador de La Liga y de La Sudamericana y con participación en la Copa Intercontinental, Olimpia de Venado Tuerto sería el gran protagonista de la competencia. Jugadores polifuncionales, hambre de ganar, disciplina y fuertes deseos de alcanzar la gloria. Uno de los grandes equipos de la historia.
La Liga 1995-96 convivió con ciertos cambios dentro del reglamento, partidos de 48 minutos, divididos en cuatro tiempos de 12, mayor cantidad de tiempos muertos, más la regla de seis faltas personales para cada jugador.
En esa temporada en función de buscar equilibrar a los equipos, la AdC dispuso que los jugadores fueran encuadrados por categorías, cada una con un puntaje respectivo. De esta manera, los clubes deberían armar sus equipos con un máximo de 105 puntos en la suma de sus jugadores nacionales mayores. Luego los dos extranjeros y los juveniles (hasta 18 años). Olimpia tenía tres contratos vigentes y eran de 30 puntos por cada jugador, total 90 puntos, así que dejaba lugar para uno más, pero de menor puntaje.
La final de La Liga Nacional se jugó con posterioridad a la finalización de La Liga Sudamericana, El rival de Olimpia sería Atenas de Córdoba en una serie de agónicos y vibrantes encuentros, que se definiría en el séptimo partido, donde siempre, cada equipo, haría valer su localía. Justamente, el elenco de Seguí entraría en esta etapa invicto en su cancha: 26 partidos. Olimpia se quedaría con los dos primeros juegos (104–102 y 102–90). Atenas vencería en Córdoba (116–102 y 113–103). Nuevamente en Venado Tuerto, Olimpia se llevaría el quinto por 107–93, el Griego volvería a empatar la serie (107–98) y todo se definiría en Santa Fe con el triunfo del local por 105–100.
Su entrenador, Horacio Seguí, rememora la conformación de aquel plantel: “Teniendo en cuenta que debíamos adaptarnos a las nuevas reglas de conformación de equipo nosotros anunciamos en la primera conferencia de prensa, que presentábamos otra dimensión de equipo. Allí dijimos que el nuevo Olimpia iba a ser diferente. No íbamos a tener un pivote determinante, la posición única y exclusiva sería la del base, todos los demás puestos eran en doble función y quizás triple. Al primero que convocamos fue a Todd Jadlow, un pivote (2.05) que tiraba muy bien de tres, corría bien los contraataques y tenía un gran porcentaje de tiro libre. Pedí que viniera Michael Wilson, pero su agente pretendía mucho dinero para el presupuesto del club. Pedí permiso para hablar con Wilson por el tema económico y le dije: “Vos el año anterior estabas jugando en Independiente y te fuiste. Eso no quedó bien, difícilmente te tome un equipo argentino, pero nosotros hemos puesto los ojos en vos. Tu agente puso un precio muy alto, creo que es necesario que lo charles con él, buscá que vos no pierdas y tampoco nosotros". Él hablo con su agente y se acordó para que llegue al club”.
El entrenador continúa el relato y afirma que la llegada del extranjero fue fundamental para la conformación del equipo: “Cuando llegó Michael fue una pieza que encajó perfecta. Comenzamos a jugar como si hubiéramos estado juntos toda la vida. Casi mágico. Encontrar el hombre justo para este grupo fue un gran hallazgo, un gran acierto. Conformamos un equipo que tenía las piezas correctas, todo lo demás fue desarrollo”.
“Olimpia fue una maquinita de jugar. Teníamos un gran dossier, un buen archivo de variantes, trabajábamos muchas situaciones y las entrenábamos con gran carga de intensidad. Teníamos una preparación física excelente y una actitud para ganar envidiable”.
“Cada uno tenía en claro cómo aportar. Teníamos una ofensiva muy peligrosa pero además desarrollamos mucho una defensa que en esos tiempos era novedosa, denominada “saltar y cambiar”. En base al personal con el que contábamos expusimos un juego muy parecido al que se juega hoy en el mundo, con un equipo no tan alto en su interior, pero con un núcleo externo de mucho porte, Jorge (Racca) jugaba de 2 con 1.98 mts. y el resto del perímetro por encima de los dos metros. Olimpia era muy ordenado, con muchas variantes, y la incidencia del banco incluyendo los juveniles talentosos, lo hacía intenso, un combo letal. Creo que fue la mejor experiencia de desenvolvimiento de equipo en todas sus posiciones. Porque el liderazgo de juego se repartía por momentos, Uranga con mucha experiencia, Michael (Wilson) en los momentos de juego que había que tomar decisiones fuertes y definitorias, por supuesto que nuestro base tenía la manija siempre, y la labor del 6to. hombre de Guiñazú fue impecable”.
Sobre su título con Olimpia, Alejandro Montecchia sostiene: "Me siento orgulloso de haber salido campeón de La Liga con Olimpia de Venado Tuerto, por haber sido el base de ese equipo que tan bien juego, que fue uno de los mejores en la historia de La Liga. La temporada 95-96 fue mi mejor año, me sentí dominante de La Liga".
-“Racca tenía una especial apreciación de lo necesario para ganar, de una manera espectacular. Yo siempre he escuchado atentamente a mis jugadores. En Olimpia lo escuché mucho a Racca y en algunos momentos fue esencial. En la Sudamericana tuvo mucho que ver, sobre todo en la final y en el enfrentamiento con el Panathinaikos también. A los jugadores rivales uno siempre los ve por televisión y no los ve tan grandes, cuando fuimos a entrenar a Rosario por la Copa Intercontinental, veo al equipo y nos sacaban diez centímetros todos en todas las posiciones. Me senté con Jorge y le dije “viste cómo son” y él me dijo “nosotros no nos tenemos que volver locos por eso porque tenemos un tipo de juego que no sé si ellos van a poder equilibrar”. Su confianza en lo que hacíamos me tonificó, así que cuando fuimos al entrenamiento yo estaba convencido de que podíamos ganar, ese lo ganamos con autoridad”- Anécdota de Horacio Seguí en el primer juego de la Copa Intercontinental donde Olimpia ganaría ese primer duelo en Argentina y luego caería en Grecia en los otros dos encuentros.
El título de La Liga Sudamericana
“La máquina” de Venado Tuerto no solo se adjudicó el título de La Liga, también obtuvo la Liga Sudamericana de Clubes. Su DT lo recuerda: "En la final de la Sudamericana teníamos en contra la clasificación. Corinthians tenía la localía. Jugamos en casa el primero y después fuimos allá. Llegamos y nos fuimos directo a la cancha. Entrenamos entre las 23 y la 1.30 de la mañana. Estaban todos concentrados, conscientes y con muchísima actitud para rendir al máximo. Ganamos ese segundo juego en suplementario. Tremendo y anecdótico, hubo mucha repercusión de prensa. Pero sabíamos debíamos reponernos de tanto desgaste y poder poner la mente en Atenas, final que llegamos a siete juegos, todos cerradísimos. Alli cerramos esta inolvidable temporada".
"Como broche debo decir que he vivido fiestas muy grandes, pero lo de Olimpia cuando volvimos de Brasil fue mayúscula. Era la primera Liga Sudamericana, la final estuvo muy promocionada por la prensa y lo vio muchísima gente. Fue increíble la repercusión. Cuando llegamos a Pergamino ya nos seguían muchos vehículos, pero entramos en la ruta 8 hacia Venado Tuerto, y la ruta se hizo de un solo sentido, la banquina estaba llena de gente y desde los campos se arrimaban a los alambrados máquinas y tractores, todos tocando bocina y con banderas de recepción. Se te eriza la piel. Nunca viví algo igual”. Palabras de Seguí sobre aquellos momentos.
Leonardo Gutiérrez, el joven Leo Gutiérrez que en aquel momento comenzaba a dar sus primeros pasos en el básquet profesional, nos deja también su testimonio: "A los 15 me recluta Olimpia y me voy para Venado Tuerto. Ahí fue un cambio radical en mi vida y en mi cabeza. Empecé a ver otro básquet totalmente distinto al que estaba acostumbrado. Del campeonato me acuerdo que fue la primera final a siete. Dos súper equipos. Atenas un equipazo, nosotros estábamos jugando muy bien, teníamos un plantel un poco más corto pero con un básquet muy bueno. Montecchia y Racca estaban allá arriba jugando a un nivel altísimo, Jadlow jugando de cinco distinto a todos porque se abría a tirar de tres puntos, Wilson se posteaba jugando de 4/3, Uranga se abría para tirar de tres puntos, Victoriano viniendo de atrás revolucionaba todo el básquet del equipo. Intentaba aportar mi energía, no tenía tiro de tres puntos, tenía piernas tremendas, saltaba, agarraba el rebote, defendía. En el séptimo, Horacio me pone, tenía unos nervios, la primera pelota que me pasan se me cambiaron las manos de lugar, se me pegó en el pecho y se me fue afuera. Jugué poquito ese partido, lo importante es que terminamos ganando e invictos de local. Jugábamos bien".
Otro de los equipos grandes de la historia de nuestra Liga Nacional, que dejó su huella en la competencia y que en este informe volvimos a revivir.