Donald Jones, un gigante dentro de la historia
Mano a mano con el mítico pivote que cautivó a Atenas desde los inicios de la Liga Nacional. Llegó con 23 años al país y enamorado de nuestro país nunca más se fue, echó raíces y hace años se radicó en Córdoba. La historia y actualidad de un jugador muy querido que transformó el paradigma de los extranjeros.
Por Lucas Leiva
La Liga Nacional cumplió este domingo 35 años desde sus inicios y en el medio de tanto recorrido un sinfín de historias se han ido tejiendo. Una de esas historias, particulares de hecho, es la que nos remonta a Donald Jones, aquel jugador tan emblemático que llegó como extranjero para Atenas en 1985, y que marcó toda una era de la mano del Griego, además de vestir las camisetas de decenas de equipos que formaron parte de la órbita de nuestra Liga.
Donald llegó a nuestro país con 23 años y no se fue nunca más (nació el 24 de marzo de 1962 en Florida, Estados Unidos). Su excelente capacidad como jugador, aquel pivote que deslumbró en la época, lo transformaron en uno de los foráneos más reconocidos de toda la rica historia de la Liga. Con Atenas ganó los títulos de 1987 y 1988, hasta que después de la temporada 1990/91 dejó al equipo cordobés y siguió forjando una excelente trayectoria.
Defendió los colores de equipos como Olimpia de Venado Tuerto, Andino de La Rioja y Pico FC, pero también disputó un total de 13 temporadas dentro del ascenso, en aquel entonces TNA, donde logró campañas inolvidables en equipos como Valle Inferior (campeón 1993/94), Luz y Fuerza (1994/95), Quimsa (2005/06) y Olímpico de La Banda (2007/08). También pasó por equipos como River, Independiente de Neuquén, Estudiantes de Santa Rosa, Newell's, Ben Hur de Rafaela, Deportivo Roca, Ciclista de Junín, Independiente de General Pico y Náutico Hacoaj.
Es el extranjero récord del ascenso, con un total de 7372 puntos convertidos. Promedió 16,8 puntos y 6,7 rebotes de promedio en 438 partidos, una bestialidad. Es líder en puntos en cuanto a extranjeros y segundo en el top general, detrás del goleador histórico Matías Tomatis.
Jones se nacionalizó en 1996, recordando que además en su momento formó una familia en Córdoba y tiene dos hijos. Desde muy chico fue un trotamundos pero cuando llegó a Argentina se enamoró de nuestro país y decidió echar raíces. En los últimos años, más allá de haber jugado hasta la sorprendente edad de 47 años, su vida sigue girando en torno al básquet ya que participa de clínicas y desde hace 7 años tiene un cargo dentro de Agencia Córdoba Deportes.
Donald es uno de los símbolos más importantes que tiene nuestra historia. Si bien quedará en el recuerdo por sobre todas las cosas por su inolvidable etapa en el Atenas de Marcelo Milanesio y Pichi Campana, también es recordado por la jerarquía que supo adquirir en cuanto al juego y por la calidad humana que lo caracteriza.
En su querida Córdoba, radicado desde hace ya largos años y adaptándose a este aislamiento obligatorio que estamos viviendo a raíz de la pandemia por el CoVid-19 donde trata de mantenerse activo, Donald nos abre las puertas de su hogar para prestarse a una distendida pero muy amena charla, hablando de su vida, del propósito que lo llena al día de hoy, de su familia, de sus hermanos de Atenas, y de los recuerdos vividos en sus tantos años ligado a nuestro básquet.
Un histórico, de los más emblemáticos que pasaron, dentro de la gran historia de la Liga Nacional.
- Venías con clínicas, algunos campus... imagino que con todo lo que se vive hoy el cambio es un tanto drástico. ¿Cómo lo estás sobrellevando?
. Es verdad, hoy no hay mucho que pueda hacer, no puedo proyectar mucho porque me pasa que todo eso está parado. Doy algunas charlas, videolllamadas, pero no hay mucho más que eso. He tenido muchos eventos que ya no los voy a tener por ejemplo. Fue algo muy grande lo que pasó y lo que está pasando en todos los lugares, un cambio muy fuerte para todos. Uno no está acostumbrado, pero bueno, también es verdad que está pasando en todo el mundo, y hay que ser un agradecido de estar con vida.
- Hoy que se tomó un poco la moda de ese pasatiempo de ver partidos en el recuerdo, con los millones que tenés, ¿se te da por sentarte a ver algo de esa época tan dorada con Atenas o algunos de esos momentos?
. ¿Te digo la verdad? Vivo recordando mucho esa época porque tengo miles de fotos en un archivo, y ayer por ejemplo vi por Facebook la final de 1985 contra Ferro. Me gusta. Ahora los domingos también estoy viendo los capítulos del documental de Michael Jordan, esperando los estrenos. Me parece que esto es algo extraordinario, sirve como motivación para cualquier persona de cualquier deporte, porque la fuerza que tenía para conseguir todo lo que logró es extraordinaria. En Facebook ahora con esta moda de los partidos viejos me gusta ver mucho de Atenas, y de otros equipos que han sido campeones, en algunos he tenido la posibilidad de estar también y defender esos colores. Uno se pone feliz y muy contento de haber sido parte de eso, haber sido gran parte de la historia de la Liga Nacional. Es una larga historia, y gracias a Dios tuve la suerte de estar relacionado al básquet hasta los 47 años, tengo el privilegio de eso y soy un agradecido por todo lo que el básquet me dio y hasta me sigue dando al día de hoy.
- Es un montón.
. Es un montón, seguro. Creo que uno se pone a pensar y reflexionar sobre eso, y llega a la conclusión de que la única certeza que tiene es que siempre ha estado motivado. Siempre encontré algo difícil para conquistar, y me parece que una cosa llevó a la otra: encontrar grandes desafíos por cumplir y que pueda haber jugado hasta tan avanzada edad por esos objetivos que fui persiguiendo. Como dicen muchas personas, me parece que estas son cosas de la vida.
- Independientemente de los factores que acompañan, como el talento y las condiciones físicas para desenvolverte, en esa edad el punto clave es encontrar la motivación de seguir año tras año. Podés tener las aptitudes pero sin actitud es difícil llevarlo a cabo durante tanto tiempo, y en tu caso reunir en un combo todas esas condiciones y ese amor te hizo un distinto.
. Sí, sin dudas. Creo que todo fue un desafío, absolutamente todo, yo viví motivándome así. Mi desafío era todos los días, levantarme a la mañana e ir a hacer pesas, al gimnasio, más que todo creo que uno de los grandes logros era también pensar que nunca pensaba que tenía más edad que los demás, sino que me sentía igual. Yo no miraba quién estaba más grande o quién lo hacía mejor, siempre traté de hacer lo mío y de hacer lo mejor que podía hacer. De la misma forma, siempre traté de ponerme y aceptar todos los desafíos que se me fueron poniendo delante. De estar en mejor en puntos, en rebotes, en tiempos, el desafío era ser importante, necesitaba esa motivación para sentir que estaba haciendo algo bien. Nunca fue mi intención de jugar solamente porque alguien me llamaba, tenía que sentir la necesidad de querer jugar porque quien me llamó creía que yo podía ser bueno y útil dentro de los equipos que me tocó defender. Tenía ese desafío de estar dentro de la cancha y pintarle la cara a alguien, que termine un partido y el del otro equipo diga "¡Wow! ¿Cómo puede ser que Donald esté jugando todavía así?"... eso era lo que yo trataba de conquistar, me hacía dar cuenta que mi esfuerzo realmente valía la pena. Creo que son desafíos que cada uno se va poniendo, lo hace porque uno le gusta pero también porque quiere ser lo mejor posible en lo que está haciendo.
- ¿Por qué creés que más allá de esa ambición y esos objetivos que te ponías año tras año lograste trascender en el tiempo?
. Creo que en mi tiempo, más que todo, logré hacer cosas y ganar, porque encontré la forma de adaptarme a los cambios de estilo que ha tenido el básquet en todos esos años. Entendí cómo podía ser importante en cada esquema. Tuve la posibilidad de ver muchos jugadores desde siempre que piensan en hacer lo suyo y nada más, pero ni en el mundo real es así, porque en el mundo mismo se trata de que una persona se vaya adaptando lo más rápido posible, mental y físicamente lo mejor que uno puede estar. En todos los equipos por los que pasé tal vez había personas que no podían coincidir o alinearse conmigo, porque en eso de siempre estar tratando de hacer lo mejor a veces a algunas personas les podía chocar, pero lo más importante de todo eso es que lo haya pasado dentro de la cancha quede en eso simplemente, que no trascienda, y después fuera de la cancha era totalmente otra persona. Yo siempre he tenido un cariño para con todos y nunca traté de llevarme mal o lastimar a alguien. Creo que esa es la gran diferencia de mucha gente que vive y juega de forma intensa, que no puede desprenderse de esa otra parte cuando termina un partido, pero bueno, yo me manejé así.
- Y ese motor que te movió en todo momento, incluso en el final de tu carrera, también te llevó a esa época con Atenas que hoy hablábamos. Casualmente la Liga cumplió ayer 35 años, y vos sos parte de esa historia grandísima. Y hasta lo uno a esto a decir que Argentina incluso se convirtió en tu casa, algo no menor. ¿Qué te genera todo eso?
. Hace dos o tres días estaba hablando con Marcelo (Milanesio) y nos pusimos a recordar de todo ese proceso que vivimos juntos en Atenas. De cómo jugaba el equipo, cómo luchaba, los viajes, los partidos en Bahía Blanca que fueron tan importantes... me pasó todo volando. Una carrera que a medida que pasaba el tiempo siempre en todos los años me llamaban para ver si quería seguir jugando. Cuando llegué al país con 23 años el básquet por ahí era una cosa, y después de ese año en Atenas se empezaron a lograr otras cosas, gracias a la Liga Nacional. Recuerdo que cuando llegué acá, después del 5° o 6° partido de la liga, ya todo el mundo conocía mi nombre. No entendía nada, hasta que en un momento Marcelo me dijo que nosotros éramos mucho más grandes que un equipo de fútbol acá en Córdoba. Entonces uno va pensando, por el lugar donde va y la gente que me vio jugar, en esos comentarios, y a uno le genera un orgullo muy grande. Saber que fuiste parte de una gran historia como la de la Liga Nacional, y en ese momento ser parte de esa gran historia con esos clásicos de Atenas-Ferro o Ferro-Atenas, es verdaderamente un orgullo. Pensá que fue algo que movió a todo el país, más grande que un Boca-River de fútbol quizá. Yo nunca vi otro igual, mirá que he visto muchos partidos acá en Argentina pero sinceramente nunca vi algo más grande que Atenas-Ferro. Imaginate que yo estaba en ese partido, que estaba en los comentarios de esos partidos. A la cancha donde vaya, sea el norte, sur, este u oeste del país, sé que ahí mi nombre en algún momento se nombró, que se habló de mí, entonces eso te genera un orgullo tremendo. Me hace sentir mucho orgullo haber sido parte de toda esa gran historia, y segundo que siempre soy un hombre muy pero muy agradecido, le doy gracias a Dios porque me llevó en el momento justo a un equipo que me quedó justo a mí, donde se escribió la historia de un jugador de afuera que conquistó una ciudad y que después esa ciudad se terminó convirtiendo también en un país. Logré jugar campeonatos en Venezuela o Brasil o Paraguay, donde antes de llegar ya escuchaba que había comentarios sobre mí, algo increíble. Y todo eso me lo dio esa etapa grande en Atenas y la misma Liga Nacional. Se me pone la piel gallina al decirlo, porque sinceramente hay que lograr todo eso. Y más aún, por ejemplo, cuando me fui de Atenas. logré salir campeón y tener los mismos lindos comentarios hacia mí, entonces uno se da cuenta de que era buen jugador en Atenas pero que también lo fui en otros lados.
- En el caso tu caso, más allá de la habilidad deportiva, también en todos los equipos que pasaste se te recuerda por tu personalidad, divertida, amena y eso de siempre dejar todo a la hora de jugar.
. Puede ser. Mirá, en los grupos que siempre me tocó estar siempre traté de hacer lo mejor que pude. No sé si en todos los equipos fui el mejor jugador, no lo sé, pero a la hora de intentar jugar, de intentar ganar, y que después en los partidos estar dando consejos a mis compañeros o los consejos que me pudieron dar para hacer mejor mi trabajo, creo que ha sido fundamental que todo lo que uno da se puede absorber y viceversa. Nunca tuve problemas, siempre pregunté cosas. Me encanta la gente de mi edad, la gente con juventud, soy una persona muy fácil para sentarse a hablar, me agrada conversar de distintas cosas de la vida de las personas, no solo de básquet. También los viajes de antes no eran con aviones como ahora, había mucho colectivo y muchas horas (risas)... con el chinchón y el truco en algún momento tenés que aflojar, y yo era una persona que le rompía las bolas a todos (risas). Siempre hay uno que es el más hincha o el que hace bromas dentro del grupo, y ese era yo. Eso hace que sea más fácil tener amistades y llevarte bien con tus compañeros de equipo, y eso también, como consecuencia, hace que te unas más a ellos y que las cosas que tenés que conquistar deportivamente sean más fáciles. En el deporte vos necesitás un equipo, es algo muy importante, y cada lugar adonde fui a jugar sea Córdoba, Buenos Aires, Rosario o donde fuera, siempre traté de unirme con todos. Si estábamos de gira con el equipo les decía 'chicos, vayamos a comer acá', les servía, me gustaba atenderlos bien, les pedía lo que querían comer, sabía a qué hotel podíamos ir, con quién teníamos que hablar para conseguir una cancha a la noche... y con los años hasta después algunos jugadores me preguntaban qué les recomendaba porque ya me sabía todo (risas).
- Llegaste a Argentina con 23 años y, más allá de siempre tener trabajo acá, te terminó ganando toda esta época dorada con Atenas y el paso por tantísimos equipos más. ¿Te pusiste a pensar que es difícil para un extranjero sentar raíces en un país lejos de casa y más con todo el antecedente tuyo, que venías de ya recorrer mucho mundo?
. Sí, yo siempre digo que tenía una vida de gitano, por lo de mi papá que trabajaba en la Fuerza Aérea (en Estados Unidos). Toda mi vida estaba viajando. Nací, estuve hasta los 2-3 años en mi ciudad de origen, pero después ya empecé a rondar por Francia, Japón, Filipinas, de vuelta Estados Unidos, después de nuevo Francia... los primeros 13 años de mi vida fueron así. En ese sentido podría decirse que yo no tenía país, porque conocí muchos países, y cada lugar lo traté de ir adoptando como si fuese el mío, siempre tratando de aprender cada costumbre de cada lugar como si fuese mío. Cuando llegué a Argentina en esos primeros años, el gran desafío mío era estar en Atenas y ganarle a Ferro. Y a veces esa pasión llega de forma tan intensa que se vuelve una necesidad, y esa necesidad se sumó a la de mis hermanos Mario, Marcelo y Pichi... quería que también ganen ellos. Una vez que ganamos y tuve toda esa sensación de ganar, dije "¡Qué lindo que es esto! Quiero salir campeón de vuelta".
- Le agarraste el gustito...
. Claro (risas). Entonces después de eso quería salir campeón de vuelta, fuimos a Venezuela por el Sudamericano y terminamos con el subcampeonato. Y ahí ya pasó a ser "¡Mirá que bueno! Estoy compitiendo por salir campeón y luchando contra otros países, me encanta esto". En todo aquel tiempo que logramos eso con Atenas, a su vez se fue generando un montón de cariño con millones de habitantes en Córdoba. Entonces iba a comer, salía a la calle y la gente me daba todo su cariño, en ese momento en 1987 que fue el primer campeonato, llegaba a la cancha y había una cola de 150-200 personas afuera para entrar, la primera fila estaba repleta de gente, y eran cosas que me movilizaban mucho. Uno se siente muy pero muy querido. Una cosa de todos los días, llegar y ver siempre a la gente sacando una entradita para ir a ver al equipo. Y cuando me iba a comer a un restaurante y veía las noticias en la televisión, eran 5 minutos con resúmenes de los partidos de Atenas y un minuto y medio de fútbol... entonces yo me asombraba, miraba todas esas cosas y decía "¡Esto es algo extraordinario!". Una cosa es que yo te lo diga y otra es que lo vivas, no se puede comparar. Entonces uno se va sintiendo cada vez mejor, pasé con mi mujer a tener hijos, y todo fue como un combo que uno se siente seguro, contento y feliz del lugar donde está. Estuve viajando por tantos años y por todo el mundo, que terminé encontrando en Argentina un lugar que podía hacerlo mío, que podía transformarse en mi hogar definitivo.
- ¿Sentís que de la forma que se dio todo esto, con lo recíproco que fue, estaba predestinado?
. No tengo dudas que puede ser así. A mí me impactó mucho todo lo que me pasó con Argentina, con la Liga Nacional, con Atenas. Creo que se dio todo de una forma única.
- Ese ciclo Atenas, varios equipos de Liga A sumándose, y después un recorrido muy grande por el TNA de 13 años ¿Qué se te viene a la cabeza con esto último? Con esos campeonatos en Depovi, Luz y Fuerza, los ascensos también con Quimsa y Olímpico más sobre el final de tu carrera... El otro día por ejemplo hablábamos un par de anécdotas con Leo Sandón del año en Depovi.
. Muchas cosas, tengo muchos recuerdos de todos los equipos por los que pasé más allá de que esos que nombraste son con los que pude ganar cosas. Te doy un ejemplo de lo que veníamos hablando antes. Ese año que compartimos con Leo, yo había jugado antes en la liga local en Viedma para ascender a Liga B, después consiguieron una invitación para jugar el TNA y me preguntaron si quería jugar con ellos ese campeonato. Ahora vos te ponés a pensar y dirías que me fui a Viedma, una ciudad que hace frío, con lluvias y esas cosas, aquel equipo que jugaba en cancha de Sol de Mayo... pero en algún momento llegó a tener tanta gente, porque el equipo movía tanto pero tanto, que en los partidos no se sentía nada de ese frío y el calor de la gente fue increíble. Había dos cuadras y cola para entrar a la final, en un lugar donde eso hasta ese momento no había pasado nunca en la vida. Llegamos a jugar en otras provincias el torneo y me acuerdo al principio que había varios chicos que tenían un poco de miedo con cómo nos iba a ir, pero en la segunda parte del torneo y con el correr de los partidos nos pasó algo mágico, que era que sabíamos que todos los partidos los íbamos a ganar. Llegamos a la final contra Pico Football que tiene una muy rica historia en el básquet, y Valle Inferior de Viedma termina saliendo campeón, se convirtió en una historia increíble. Ese fue uno de mis grandes desafíos, porque yo sabía que quizá no nos tenían muy en cuenta, entonces me traté de convencer a mí mismo de que debían redoblar esfuerzos. Pasé a dedicarme más tiempo en el gimnasio para poder estar más tiempo en la cancha y poder ayudar al equipo, porque quería hacer posible lo que muchos creían imposible.
- Después de tocó también con el Luz y Fuerza de Magnano, y más acá con los santiagueños.
. Sí, pero Luz y Fuerza fue distinto igual, porque Rubén para ese año con Luz y Fuerza se armó un equipo competitivo. Esa temporada fue diferente porque se armó un equipo que se sabía que estaba para eso, para buscar ese campeonato. Y lo mismo pasó con Quimsa y Olímpico, que son dos instituciones muy grandes y con mucha historia en el básquet. En Viedma me pasó de que cuando llegué no sabía que iba para ser campeón, y eso también es increíble, romper esos pronósticos. Te agiganta más el logro mismo de haber salido campeón.
- ¿Qué ves cuando te encontrás habiendo ganado tanto y estando en las páginas de mayor prestigio dentro de la Liga Nacional?
. Sin dudas que me genera mucho orgullo. Pero así como he ganado también he perdido muchas veces, y creo que lo más importante es haber ganado esa experiencia, vivir esos momentos que hoy son imborrables. Esas experiencias las valoro, porque son las cosas que te hacen fuerte del corazón, y ese desafío que te decía que siempre tenía en cada año. A mí me emociona cuando doy charlas o como en este caso nos ponemos a rememorar las cosas que viví en la Liga, porque es mi historia.
- Y en esto de contar tus experiencias y demás, que lo hacés por ejemplo con los más chicos en las clínicas. ¿Qué más estás haciendo o estabas antes de todo este aislamiento?
. Acá en Córdoba tenía un campeonato de +45 donde siempre estoy participando, uno nunca deja de ser jugador de básquet, ese amor y esa pasión que le tengo no se extingue. Aparte de eso, y con las clínicas y campus, también hace 7 años que estoy con Agencia de Deportes Córdoba. Hago un poco de todo, acá en Córdoba me dicen que soy un comodín porque nunca digo que no a nada (risas).
- Sé que le apuntaste desde siempre al deporte social, ¿Eso te dio un poco la experiencia en años, viste algunas situaciones de jugadores que terminaron mal o cómo influyó todo eso?
. Lo que pasa es que muchos de los extranjeros que están acá en Argentina o andan por el mundo, un 70% te diría, son chicos que tienen toda una historia detrás. Hay chicos, y ahora sí te lo traslado a esto que me decías, que posiblemente no tuvieron las mismas oportunidades que uno. Hay que ver qué experiencias tuvieron para saber qué rumbo tomó su vida, quizá algunos no tuvieron madre y/o padre, otros quizá no tuvieron las mismas oportunidades que yo dentro de una cancha de básquet, otros vivieron situaciones de violencia, y así hay muchos ejemplos. En Estados Unidos por ejemplo la cárcel es muy cruel y hasta normal, hay gente que se rompe ahí dentro y no sale más. En mi equipo en Estados Unidos conocí muchas personas, hasta amigos, que la droga, el alcohol y demás cosas, los destruyó. Por eso acá, cuando estoy en algún campus o en alguna clínica, o si veo algún chico que la está pasando mal, quiero ayudarlo a que no pase por toda esa situación que es horrible, quiero enseñarle que tiene más posibilidades que caer en esas situaciones que no tienen retorno. Cuando voy a las clínicas por ejemplo no estoy tratando de que seas un mejor jugador, lo hago para demostrarte que podés jugar al básquet pero al mismo tiempo estás formando como identidad ser una persona con valores, con la posibilidad de ser algo más en la vida. Hay muchos chicos que por su situación de carencia a los que nadie les llega, no tienen esas oportunidades, por eso estoy interesado en el deporte social. No sé si todas las personas que juegan al básquet pueden llegar a hacerlo de manera profesional, pueden ser también abogados, contadores o lo que quieran, pero que eso que elijan hacer implique esfuerzo por hacerlo mejor cada día más, por ser alguien y no caer en esas situaciones de las que es muy difícil volver. Uno tiene que tratar de hacer lo mejor y con alegría, dando lo mejor de cada uno. Quizá no todas las personas están donde quieren estar, pero hay que tratar de luchar para estar ahí, vale la pena esforzarse e intentar, eso hace que no te quedes con las manos vacías. También quiero devolverle de alguna forma a toda la gente la manera en la que me recibió a mí y me adoptó acá en Córdoba, y creo que puedo hacerlo a través de eso.
- Hace un par de años habías tenido un problemita de salud, ¿Cómo estás hoy de eso?
. Haciéndome un montón de estudios me descubrieron que tenía dos arterias tapadas. Pasé por muchos estudios, que me daban unos resultados y otros, y en los últimos que me había hecho me diagnosticaron que estaba al borde de sufrir un ataque al corazón. Tuve que cambiar mi vida hasta que encontré cuál era mi problema, y cuando lo encontré fue mucho más fácil. Tuve que dejar el básquet para ver qué pasaba, y una vez que encontré el motivo ya pasé a sentirme mejor, ahora puedo hacer lo que quiera. Son cosas que te hacen pensar que tenía que cuidarme más.
- ¿Qué te provocó todo eso? ¿El estrés?
. Hablé con muchos médicos y ellos mismos no sabían muy bien por dónde podía venir. Algunos me decían que podía ser por el esfuerzo que hice durante tantos años, porque me mataba entrenando y jugando, y la falta de una buena hidratación o el estrés mismo me podía provocar todo eso. Podían ser un montón de factores, pero a su vez a ellos les costaba mucho encontrar bien cuál era el problema puntual. Llegó un momento en el que como jugador me esforzaba tanto pero tanto, que incluso los médicos me dijeron que ese problema podría haber estado conmigo de antes pero nunca me daba cuenta hasta ese momento. Tuve que bajar un poco las actividades que hacía porque llegué al punto de darme cuenta que siempre estaba haciendo algo, no estaba descansando y no estaba cuidando mi cuerpo, llegué un momento que me llené de tantas actividades que cuando estaba durmiendo realmente no lo hacía, estaba como decimos pasado de rosca, y estuve a ese ritmo como 3 años. Me tuve que sacar la capa de Superman y saber que ya no tenía 23 años, que tenía 52 años y que no podía sostener ese ritmo. Ahora ya por suerte estoy muy bien, los estudios me dieron bien después cuando empecé a controlar todas esas situaciones y hoy me controlo mucho.
- ¿Te das tiempo de al menos un asado con amigos si te llegas a juntar con algunos ex compañeros?
. Por supuesto que sí, eso ni se pregunta (risas). Nunca fui de abusar con esas cosas, siempre me cuidé en ese sentido de la alimentación y demás, siempre fui muy responsable con eso. Obviamente que me doy el gusto y disfruto, asado, matambre a la pizza, de cerdo, chinchulines... sin dudas, hasta me gusta hacerme la escapada y a comprar a la carnicería. Cuando termine todo esta cuarentena me voy a sacar las ganas.